De la muerte a la vida

¿Y si el principio fuera el fin y el fin el principio?

Sabemos poco de la vida y nada de la muerte, pero basta un minúsculo momento de nuestra existencia para que la necesidad de responder a esa pregunta se invierta y es posible que esa inflexión suponga querer dedicar una vida a entender la muerte, aún no lo se.

Motivos no me faltan porque desde la materialidad no llego a ella. No la toco, no la veo, no la miro, pero el hecho es, que aún no se si no la siento. Porque es obvio en mi, o en mi alma y en mi cuerpo que sin embargo aún está esa huella de amor y de vínculo irrompible que siempre me unió a ella.

¿Qué ha pasado entonces? Por que la explicación que me consta hoy, ya que no aprendí en esta vida. Algo que ni siquiera se me impuso, porque rompí con las doctrinas, divagué en el escepticismo para situarme en el palco de » lo único que importa es el ahora», con la inocencia de creer que el dios Kronos gobierna todo el pluriverso, y no solo este insignificante y carcelario universo nuestro.

Lo que es hoy cierto es que vivimos estúpidamente de espaldas a lo inevitable y porque como oí una vez, la causa de una muerte es la vida.

Nada desaparece más que la presencia, y si estuviera aún en este plano material pero simplemente con la distancia métrica entre nosotras, la misma que acortó muchas veces cuando nos separábamos y ella quería a voluntad, y aún la veo aparecer en la estación de tren de Córdoba con su maleta, me serviría igual de ejemplo para entender la ausencia y para amarla sin reprocidad.

¿O solo amamos a lo que nos corresponde?

Con una llamada de teléfono, con una mirada cómplice o reprendedora, ni siquiera esa significativa distinción tiene ya importancia, estaría saciada de su actual ausencia. En cualquier caso si me atengo a los senticiertos, todo lo que hace referencia a lo inmaterial de su existencia sigue aquí: mi amor, mis ganas de verla, de que me reprenda, todo menos ella.

¿Qué es ese pequeño detalle comparable con la inmensidad del lazo materno? ¿Es acaso esa ausencia, suficiente motivo para que no busque su esencia en un pensamiento, en un olor o en cualquier momento?

Ausencia, del latín, absentia, que deriva a su vez de absens «que está fuera del lugar».

Esencia del latín, essentĭa y del griego ousia, entorno a la idea de la naturaleza o sustancia

Existencia del latín existentia, “lo que está afuera” o “lo que está ahí”.

Seria que es, que no estamos muy lejos lingüísticamente hablando de lo mismo desde el punto de vista de la lengua del imperio. Podemos también vincular los núcleos de las palabras por ejemplo de presencia (del latín praesentia), omnipresencia (del latín medieval omnipraesentia), presente (del latín praesens), sustancia (del latín substantia), o ausencia (en el latín absentia).

No, una de sus últimas lecciones y palabras, no es suficiente para dejar de pensar en ella, y amarla, y Si es posible que aún no sepa todo lo que debería, o deberíamos saber sobre la muerte.

¿Qué se entonces?

Poco, pero cuando esa llamada incontestada llega a la altura de mis ojos, y el nivel del lacrimal se llena aparece un destello en mi corazón que se expande en todo mi ser material, me eriza los pelos de todo mi cuerpo para avisarme, y no es dolor, es su efecto o su causa, porque esa conexión inmaterial que estaba en vida y que ya no está encerrada en lo material, aún existe.

Lo peor de la muerte es la sociedad dormida y anestesiada, los muy liberados se hacen cruces de que tal sentir exista porque para entender la muerte para ellos esta la normalidad o la banalidad, aún no lo se. Luego están los victimistas, de hecho en mi primer contacto de niña con la muerte, me coloqué en ese mismo grupo, ¡ qué sabía yo, más que lo que me contaban! La pena, el dolor y el duelo toman el poder de los días de los vivos cuando están sus muertos, y en ese equipo, tengo claro que tampoco quiero estar.

¿Dónde estoy entonces sin ti? Sin mi compañera de días, al final más malos que buenos, y ahora en formato recuerdo más buenos que malos. No voy a echarte de menos, porque seguirás aquí en mi corazón mientras encuentro el modo de entender la muerte y de crear un nuevo lazo para conectarme con tu esencia, y hacer posible tu ausencia presente en esta extraña dimensión, algo aburrida sin tus provocaciones, incredulidades, desconfianzas, recelos, sospechas, escepticismos y dudas. Algo que te acompañó al final cuando tampoco entendemos la vida.

«Vive en paz allí donde seguro me encontraré contigo»

TQ 29_7_2023 = 23