Paseo por el Carmen de los Mártires

Jardines de la colina de la Alhambra

El lugar es de una belleza serena descriptible y aun siendo Julio a pleno sol, el ambiente se mantiene oculto a la inmensa curiosidad humana de verano, y por sus caminos apenas encuentras a nadie.

Un Carmen en Granada es una casa

Y como esos lugares que llegas por casualidad, caminando y admirando la magnificiencia de la ciudad de Granada, esa cuesta hacia dias que me llamaba la atención, solo bastaba encontrar la ocasión propicia.

La cuesta de Gómerez desde la bulliciosa Plaza Nueva parece recién puesta, y va camino de algún lugar hacia la Alhambra que desconozco. De pronto ante mis ojos, una inmensa puerta con tres granadas corona el paso, por sus dimensiones seguro fue para alguien importante, ahora es lugar de tránsito para humildes turistas que se adentran hacia un lugar verde en la colina de Al-Sayiman.

El nombre Alhambra tiene dice una de sus teorías, sus orígenes en una palabra árabe que significa «castillo rojo o bermellón»

Muhammad I de Granada, más conocido como ibn Al-Ahmar (“el hijo del rojo”, el hijo del pelirrojo)

La primera sensación es de frescor, y el rumor del agua, con una presencia inequívoca por el verdor de los árboles, plantas y pocas flores me da la bienvenida. Algunas piedras hablan de mitología, de santos y de Dios.

¿ Pero cuál?

Empiezo a subir la colina, los caminos se me antojaban limpios y bien trazados, con la dificultad de haber podido mantener la intención de proteger algo, de honrar la belleza, cultura tras cultura cualquiera que sea el nombre, es agua, verdor, oxígeno, que ahora nos falta y abundante frondosidad.

Alguna fuente por el camino hace el ascenso más agradable, pero el rumor de los conductos por dónde pasa el agua, ya refrescan. Algún cruce me interpela, pero me dejo ir tras la mirada de lo que me atrae, las piedras, los muros y las esculturas.

En un punto de información busco datos para orientarme, sigo sin ver a nadie, no persigo nada, y de nuevo una cuesta esta vez menos verde, y al final otra plaza y otra puerta.

Más alusiones, y ante mi asombro se abre un jardín romántico, de lo que se llama el Carmen de los Mártires, de ida hacia Granada, le hablé a mi madre de lo que era un Carmen, que casualidad y ahora majestuoso se me presenta uno por donde puedo pasear y vivir la experiencia de lo que me han contado.

Parece ser que estoy en otra parte de la colina, en la falda sur del cerro del Mauror («Hizn Mauror») que sustenta en su cúspide las Torres Bermejas, siempre dentro del recinto de La Alhambra, en los terrenos conocidos hasta el siglo XIV por los árabes como Campo de Ahabul y por los cristianos como el Campo o corral de los Cautivos.

Con un hermoso palacete neonazarí en el cual un silencioso pavo real me da la bienvenida con elegante indiferencia.

Y de nuevo esa sensación de entendimiento, de que sea cual sea el credo, la creencia es la belleza, el resposo y la paz. Los grillos hablan y los árboles una vez más nos protegen del calor y del dióxido de carbono. Poesía de la convivencia que muchos creemos posibles, y que tal vez el conocimiento nos ofrezca, nunca se sabe. 

Proteger la intención de representar la belleza de otros tiempos y culturas siempre sienta bien. 

Una hora de descubrimientos inesperados me da nuevas energías para seguir creyendo que la edad te resta lo que la naturaleza te da, y te da lo que la vida te deja atesorar con la experiencia, el aprendizaje y la humildad.

Ficha editorial Relato viaje Granada 1/8/21 11:05

El actual edificio con su esplendor y personalidad es obra de un ingeniero belga, ya que la última institución en morar el espacio fue un convento de los carmelitos descalzos desde el 1573 que fue finalmente destruido en 1842 tras la desamortización de Mendizábal. A partir de ese momento los increíbles terrenos pasaron al padre del general Carlos Calderón quien edifica el actual palacete, numerosos jardines y agranda la alberca, y si bien la propiedad pasa por distintos dueños, es el ingeniero de minas belga Humbert Meersmans de Smet quien lo adquirió en 1891 y le otorgó el actual aspecto romántico con el lago y una isla en el centro, con jardines esculturas, laberintos y exótica vegetación.

Fue catalogado como Bien de Interés Cultural (BIC) en la categoría de Jardín Histórico en 1943.