José María Fernández (1881-1947) pintor

José María Fernández pintor

La visita al Museo Municipal de Antequera (MVCA) en Málaga guardaba muchas sorpresas, esta es una.

La visita al museo esta vez fue inesperado, hay tanto que ver en la ciudad que era realmente irresistible no adentrarse a ese maravilloso edificio del Palacio de Najera, en la plaza del Coso Viejo con la estatua ecuestre de Fernando I de Aragón, que lejos llegó hasta la ciudad donde siempre sale el sol dice un famoso dicho popular.

La riqueza arqueológica del museo es sorprendente, no solo por la cantidad de piezas sino especialmente por la conservación y lo mucho que aportan como testimonios de otros tiempos cada una de ellas.

Pero es en el piso superior donde el inesperado encuentro con la obra del pintor andaluz puso el colofón a la visita. Poca información tenía de él, pero me recordó a la osadía de Francisco de Goya (1746 – 1828) en su etapa de pinturas negras, salvando las distancias no pongo en duda que el autor seguro las conocía. Esa forma de emborronar y enmascarar expresiones de una sociedad a veces algo grotesca que te obligan a agudizar bien la mirada para entender fue lo que me llevó a su obra, especialmente en la parte de los bocetos, donde se entendía el paso previo a esa tipología de pintura y donde a través de la mitología parecía querer traspasar las emociones más lujuriosas de la época, retratar vicios y dejar en el papel lo que tal vez llegó a ver y no se si ha entender.

La representación mitológica ha permitido al arte en general representar sucesos repetidos en la historia que en ese momento no se podían contar.

No hay cuadro que no tenga detalle alguno que contemplar, las figuras en la serie de los carnavales de más o menos su época adulta a principios del XX retrata una extraña sociedad casi onírica e irreal, o tal vez esas representaciones respondieran a algo más profundo.

Puede que no fuera casualidad, pero las fotografías que tomé han quedado de un amarillo aterrador que aún matizan más la sensación que quería describir, pero sin duda lo que recomiendo es que se visite el museo y la obra del pintor.

Buscando información para documentar tal descubrimiento he podido profundizar y no dejar de sorprenderme por su figura. Por los apellidos y nombre del autor no ha sido del todo fácil dar con más datos, pero gracias a esta fuente, una interesante revista cultural de la ciudad que tan bien hace, puedo saber que la vida del autor fue un tanto peculiar en emociones, algo más bien tristeque vivió y murió en soledad. Sin duda un hombre polifacético y dedicado al saber ya que fue archivero municipal, director de la Escuela de Artes y Oficios y cronista de la ciudad que mucho más tarde sería catalogada como Patrimonio de la Humanidad, y que de bien seguro él ya sabía.

El 15 de julio de 2016, en la 40. ª sesión del Comité del Patrimonio Mundial celebrada en Estambul, el Sitio de los Dólmenes de Antequera fue declarado Patrimonio Mundial de la UNESCO, número 1501.

Esta vida dedicada a todo y al arte, supuso la publicación de un libro póstumo como reconocimiento a su trabajo, un libro inédito con artículos del artista en su faceta ineludible de investigador José María Fernández fuente