CAPÍTULO XXII

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Análisis del texto escrito por Séneca en el año 55 | Sobre la brevedad de la vida

¿Qué duda puede caber de que un hombre sabio tendrá muchas más ocasiones de ejercitar y demostrar su espíritu en las riquezas que en las pobrezas? Mientras en esta el único género de virtud consiste en no doblegarse, ni sentirse deprimido , en las riquezas tendrá un ancho campo que lo espera, que es el de la templanza, la liberalidad, la diligencia, la economía y la magnificencia.

El sabio no se despreciará a sí mismo, no aunque fuere de una estatura mínima (*); sin embargo, querrá tener una figura prócer, pero aunque haya perdido un ojo y sea débil de cuerpo, se comportará como si estuviera sano; sin embargo, preferirá tener un cuerpo robusto. Estas cosas las recibirá de tal manera que sepa tener dentro de sí mismo algo más saludable; sufrirá con paciencia su flaca constitución, pero preferirá otra mejor. Hay muchas cosas que, no obstante su insignificancia en la totalidad del conjunto y la posibilidad de separarse sin perjuicio del supremo bien, añaden sin embargo, algo a la perpetua alegría, que nace de la virtud.

La impresión de regocijo que producen en el sabio las riquezas es la misma que le produce al navegante el viento favorable que lo empuja; la misma impresión que produce un día bueno o un lugar abrigado que protege contra el frió y la bruma. Entre los sabios, pues, y hablo de los nuestros, para quienes la virtud constituye el único bien, ¿cuál de ellos niega incluso estas cosas que llamamos indiferentes tengan de sí algún valor, y que unas puedan ser mejores que las otras?

A muchas de esas cosas se les concede poca importancia, a otras, mucha. Así pues, no te equivoques: entre lo que me comentas: «Entonces, ¿por qué me dejas en ridículo, siendo así que ocupan el mismo lugar en tú opinión que en la mía?» ¿Quieres saber por qué no tienen el mismo lugar? Si las riquezas huyeran de mi, nada mio se llevarían, a no ser ellas mismas; en cambio tú, si fueras abandonado por ellas, te llenarías de espanto y considerarías haberte quedado sin ti, las riquezas ocupan en mi vida algún lugar cualquiera; en la tuya, el principal; y finalmente, las riquezas son algo que me pertenecen, en cambio a tú perteneces a las riquezas.

Séneca estoico erudito consejero del gran Augusto pero también de Tiberio, Calígula y Nerón de este último cuestor, pretor, senador y cónsul sufecto, que lo mandó matar, y el burló su poder, prescindiendo de su vida. Sorprende que el poder fuera acompañado de dicha filosofía como si al traje de poder, le viniera bien esa medalla, no para moderar lo, sino para en realidad salvarlos de los que en las últimas frases bien representa el esclavismo que realmente lleva a la avaricia del tener.